El virreinato de Nueva España

Tras la destrucción del Imperio Azteca y el sometimiento de los nativos, los conquistadores españoles se dispusieron a derribar la antigua capital azteca, Tenochtitlán, y fundar una nueva ciudad de aspecto europeo, Ciudad de México, que se convertiría en la capital del Virreinato de Nueva España. Con la construcción de la nueva capital, España hizo especial énfasis en la europeización de los territorios recién conquistados, introduciendo instituciones políticas occidentales, como las iglesias, la encomienda y los ayuntamientos, con el objetivo de afianzar su dominio en la región. Una vez derribados los últimos vestigios de dominación indígena a manos de Hernán Cortés, designado como Capitán General de la región, la metrópoli decidió constituir estos nuevos territorios como un virreinato, delegando la función de virrey sobre Antonio de Mendoza, en 1536.


El Virreinato de Nueva España ocupó, en su máxima extensión, América Central, las Antillas, el centro y sur de los actuales Estados Unidos y Filipinas.

El impacto demográfico producido tras la conquista, fue enorme. Un alto porcentaje de la población nativa había muerto a causa de las enfermedades traídas desde Europa, tales como la viruela o la tuberculosis, y los sistemas de trabajo forzado a los que habían sido sometidos los indígenas aceleraron el retroceso demográfico iniciado durante los primeros años de la conquista. El asentamiento de españoles y su posterior mezcla con los nativos, dio origen a los mestizos, que se convertirían en la raza predominante en la mayor parte de Latinoamérica.

Rubino, F. (s. f.). El Virreinato de Nueva España. El Virreinato. Recuperado 20 de abril de 2021, de http://www.claseshistoria.com/america/colonial-virreinatos-nuevaespana.html

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